Hoy pensaba volver a las
estadísticas, tal y como empecé este blog. Pero en este día las estadísticas
nos rodean, y quién no ha oído ya que en Europa del Este avanzan más en
igualdad que en Alemania; quién no ha
oído al menos siete veces hoy que las mujeres cobramos
menos y trabajamos más que los hombres y que no se nos reconoce como a ellos.
Así que hoy vamos a olvidar las estadísticas y los datos y vamos a hablar de mujeres y niñas, de niñas y
mujeres.
Hará cosa de un año me topé por casualidad con un artículo de un eminente
psiquiatra norteamericano. Hablaba este terapeuta de la cantidad de niños que llegaban
a su consulta entre los brazos preocupados de sus padres, que no entendían por qué sus hijos no rendían bien en el
colegio. El mal común de estos niños era que solo querían jugar al fútbol y que a ninguno le atraían
especialmente las matemáticas o la
literatura. Decía este psiquiatra que generalmente estos niños desinteresados
por los libros eran felices, estables y energéticos y que en poco tiempo alcanzaban la
madurez suficiente para ampliar su abanico de intereses más allá del ámbito
deportivo. Decía también el artículo que era muy frecuente que a estos niños, algo vagos pero felices, les
acompañara a la consulta una hermana que se quedaba en la sala de espera
leyendo o acabando la tarea escolar mientras trataban al “salvaje” de su
hermano. Contaba este psiquiatra que en su dilatada experiencia había tenido la
oportunidad de hablar con muchas de estas hermanas y entrevistar a sus padres
sobre la dinámica familiar. Y concluía preocupado que, mientras los padres
vivían con ansiedad la falta de interés por el estudio de sus hijos, no veían la necesidad de
preocuparse por una más que evidente perfección de sus hijas, perfección que en
ocasiones escondía una búsqueda irreal de objetivos inalcanzables y que en no
pocos casos tenía consecuencias que se iniciaban en la adolescencia y se
extendían hasta la vida adulta de estas niñas. Decía este psiquiatra que muchas
de estas niñas, a las que había visto en
su sala de espera, acababan siendo pacientes suyas a raíz de trastornos de ansiedad que frecuentemente
se manifestaban como fenómenos de auto lesión.
Entre la cantidad de artículos que se generan en este día de la mujer he leído uno que me ha traído a la mente las palabras del psiquiatra. Recomendaba específicamente
a las mujeres levantarse a las cuatro de la mañana, como por lo visto hacen
Michelle Obama e Ivanka Trump, para poder así rendir más y “llegar a todo”. Me
vais a disculpar, pero no he podido sino reírme a carcajadas. Las
carcajadas, llenas de sarcasmo, se han tornado en tristeza y ahora ya no
me río y os pregunto ¿de qué
narices vamos? ¿Hemos perdido el sentido
común?
Así que no voy a celebrar este día de la mujer hablando de alguien
admirable, sino que lo voy a celebrar diciéndoos que os queráis, que os queráis
más que a nadie en el mundo y solo así podréis contagiar al mundo de amor y admiración
por las mujeres. Porque el amor, cuando es verdadero, se transforma en respeto y admiración.
Si os resulta difícil esto de quereros, dedicad cinco minutos hoy a miraros
a vosotras mismas con los ojos de
los demás. Probadlo, creo que os sorprenderá. Miraos con los ojos de alguien
que os quiera con locura y apreciad, como hace esa persona, ese lunar que tú
tanto odias debajo del ojo izquierdo. Mira como ve
esa persona en tu tozudez constancia y carácter. Siente tú también como pueden apreciarse cada una de tus hermosas imperfecciones. Y combina ese
análisis con el que puedas sacar de la
mirada de una buena amiga, de esas amigas que todas tenemos que dicen verdades como
puños y que nos ayudan cada día a ser mejores personas. Y si tenéis hijas pasad
un rato con ellas riéndoos a carcajadas, porque queda mucho para que las
mujeres del mundo sean consideradas por lo que son. Así que armemos a nuestras hijas
con las mejores armas para la vida: risas, ambición y muchas perfectas
imperfecciones.
Como siempre, un placer leerte... y toda la razón ;-)
ResponderEliminarMuchas gracias Desirée!
ResponderEliminarIgual vas a tener que dejar de leer tales bazofias y escoger mejores textos, porque yo, del género/sexo masculino, tampoco les encuentro ni pies ni cabeza.
ResponderEliminarIgual vas a tener que dejar de leer tales bazofias y escoger mejores textos, porque yo, del sexo masculino y leyendo con mucha atención, tampoco les encuentro ni pies ni cabeza.
ResponderEliminarHay, sin embargo, personas con escasos o pocos estudios que, a veces aciertan sin atreverse a aseverar cosas porque sí. Saludos, Covadonga y escribe por Navidad.