viernes, 17 de julio de 2015

El primer paso de un largo camino

Hace algo menos de un año decidí volver a estudiar de manera reglada, porque la verdad sea dicha, aunque hace ya mucho que acabé mi doctorado, nunca he dejado de estudiar. Como nueva alumna en la era tecnológica no tardé en unirme a diversos grupos de mensajería instantánea, algunos centrados en asignaturas concretas, otros sobre intereses varios. En uno de ellos surgió el otro día la conversación que me ha impulsado a escribir este blog. El tema de la conversación era la vieja diferencia entre sexos; en este caso el debate se daba entre un grupo de personas con formación universitaria o en proceso de obtenerla. Las opiniones que se expresaron fueron dispares, como corresponde a un grupo relativamente grande. La opinión de un individuo en particular llamó no sólo mi atención sino la de bastantes de los integrantes de la conversación. A raíz de los datos allí expuestos, he dedicado la tarde a consultar la página web de Instituto Nacional de Estadística. La tarde ha sido tremendamente productiva y también he de decir que tengo claros algunos datos que antes no conocía y otros que ni si quiera imaginaba. Por ejemplo, sabía que había pocas mujeres en puestos directivos, pero no me imaginaba que el año 2012 el porcentaje de mujeres en el conjunto de Consejos de Administración de empresas del Ibex-35 era del 13.3%, y que ese porcentaje doblaba al del año 2011. Tampoco era consciente de que el número de mujeres en Reales Academias Españolas apenas superó el 9% en 2014, sobre todo teniendo en cuenta que desde hace años el porcentaje de mujeres con una educación superior en España supera con creces el de hombres. Esta disparidad no se justifica por el porcentaje de graduados superiores en las franjas de edades más altas, que serían las franjas que corresponderían al nivel de experiencia deseado para un académico. No hay diferencias en la franja de 45 a 54 años y es un 6% superior en favor de los hombres en la franja de 55 a 64 años.
Yo nunca me he considerado feminista, creo en las personas y sobretodo creo en el talento. Nunca me he sentido discriminada por mi condición de mujer. Siempre me ha molestado la discriminación positiva, porque creo que las personas tienen que obtener lo que se merecen por sus propios méritos y las mujeres somos perfectamente capaces de hacerlo sin ayuda alguna. No creo en las cuotas, por las mismas razones que me molesta la discriminación positiva.  Mi formación es principalmente científica y soy consciente de las diferencias biológicas entre mujeres y hombres. Creo firmemente que hombres y mujeres somos diferentes, pero igual de firmemente creo que tenemos los mismos derechos, las mismas obligaciones y las mismas libertades. No me gusta en absoluto que haya personas que consideren el aborto una cuestión asociada únicamente a la mujer y me desagrada que la defensa de los derechos de las personas y consecuentemente de la mujer se asocie con una orientación política específica. Pero mi paseo por el INE y la conversación del otro día me han hecho comprender cuánto debo a las feministas; si yo estoy aquí hoy hablando de lo que quiero es porque hubo y hay mujeres valientes que luchan por los derechos de la mujer, por derechos tan básicos como evitar la ablación y  la violencia hacia las mujeres y otros igual de necesarios como la presencia de mujeres en altos cargos, no por cumplir un porcentaje sino porque se lo merecen, porque hay mujeres con talento.
Quiero pues acabar esta primera entrada primero explicando mi propósito y después dando las gracias. Mi propósito es escribir sobre el talento de las mujeres, no porque sea mejor o distinto del de los hombres, sino porque se habla menos de él. También pretendo hablar del talento y sólo del talento, sin adornarlo con otros atributos físicos, que frecuentemente desvían la atención de lo que para mí es la esencia de la persona. Finalmente tengo que dar las gracias, en primer lugar a mi compañero de estudios, por tener la osadía de exponer sus ideas, tan equivocadas acerca de la situación de la mujer en el mundo, que han provocado mi activismo. Creo que no está solo, que hay personas que comparten sus ideas y que estos aparentemente inocentones con ideas basadas en estadísticas de dudosas fuentes hacen mucho más daño de lo que nos imaginamos. Y finalmente quiero agradecer a todas las mujeres, conocidas y anónimas, a las que yo no era del todo consciente que debía tanto. 
 

1 comentario:

  1. " Creo firmemente que hombres y mujeres somos diferentes, pero igual de firmemente creo que tenemos los mismos derechos, las mismas obligaciones y las mismas libertades."
    Me quedo con esto Covadonga, me ha gustado mucho la primera entrada de tu blog y te animo a que sigas publicando.
    Muy bien redactado, da gusto leerte.
    Un saludo.
    Gema.

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